3. EL COJO ILUSTRADO, EL MAYOR RESERVORIO FOTOGRÁFICO DE VENEZUELA


3. EL COJO ILUSTRADO, EL MAYOR RESERVORIO FOTOGRÁFICO DE VENEZUELA Ventana a la Imagen (XIII) I Veintitrés años ininterrumpidos de aparición quincenal, a partir del 1° de enero de 1892 hasta el 15 de mayo de 1915. Quinientas quince entregas con más de diez mil imágenes. Único documento gráfico que puede dar a conocer la Venezuela de finales y primeros lustros del siglo XX. Aún por darse a conocer. Usado como referencia sin reconocimiento de sus créditos. Hacemos un catálogo razonado en busca de un editor. Antecedentes La posible hipótesis aún no confirmada de que "El Cojo Ilustrado" caraqueño fue un producto, una consecuencia, un sueño de continuidad de "El Zulia Ilustrado" de Maracaibo la queremos asentar y apoyar con algunos hechos y referencias, aunque aún no el Zulia se despidió ni El Cojo lo informa. Por anécdotas y hechos en la prensa y en el comercio se conocen las actividades de la empresa El Cojo desde 1884, asociada a dos labores pioneras industriales, el papel y el tabaco, lo que denotaba el establecimiento de una tienda o librería que ofrecía todo tipo de papeles, cuadernos, tintas y otros recursos para la industria gráfica que la convierten en una imprenta. Por otro lado, la oferta de un tabaco o cigarrillo cuyo emblema era "un cojo" con un cigarrillo que anunciaba su producto. Humanamente acoplamos a estas actividades a personajes como Valarino, el Cojo Manuel Echezuría y al caraqueño Jesús María Herrera Irigoyen. Del primero es muy poco lo que se conoce; del segundo, por una misma editorial y portada de "El Cojo Ilustrado" caraqueño, se sabe que fue el socio de Herrera Irigoyen, exitoso comerciante marabino y el artífice de "esta marca de fábrica tabaquera y editorial" en Caracas. El hecho es que El Zulia Ilustrado deja de publicarse en diciembre de 1891 y El Cojo Ilustrado caraqueño nace en enero de 1892. No puede ser una coincidencia sino una simple y planificada continuidad editorial, a pesar de no tener los documentos que lo comprueben hasta hoy. Una publicación tan seria y establecida, a partir del 1° de enero de 1892, no podía ser jamás concebida como un producto caprichoso ni político en apoyo de un líder venezolano o de una participación partidista, cuando su contenido, desde el primer número que marcó la pauta de sus 23 años de trayectoria cultural, plástica, científica, literaria, amena, universal y por supuesto de complacencia gubernamental pero no de compromiso político, generaron un aporte indiscutible, aunado a un progreso editorial universal apoyado por los recursos de la impresión industrial. Para la referencia que nos atañe, la significación de El Cojo Ilustrado a nivel fotográfico es el retrato de esa Venezuela de los finales del siglo XIX y principios del siglo XX, es decir, entre 1892, cuando Venezuela surge con el triunfo de un personaje de carrera política y bélica como el General Joaquín Crespo y su revolución legalista, continuadora de la herencia de Antonio Guzmán Blanco de la que quiso culminar con un hecho tan notorio para toda la humanidad, como lo fue la Primera Guerra Mundial de 1914. Los colaboradores nacionales de la publicación, que la historia llama los herederos intelectuales de Guzmán Blanco y que conformaron una generación literaria y artística, ajenos al proceso político y bélico del país, escondidos bajo su propia creatividad cultural amparados siempre por la dominante figura de su editor Herrera Irigoyen, quien fue apenas acompañado de personalidades como la de sus co-editores Manuel Revenga y Eugenio Méndez y Mendoza que aupaban las intenciones plásticas de su editor y que llenaban las páginas de la revista con la participación universal de artistas reconocidos. No se pueden poner en duda, las relaciones intelectuales y artísticas de Herrera Irigoyen al lograr el apoyo creativo de resaltantes figuras del mundo cultural para su revista. Tampoco se puede poner en duda su interés por la participación en la parte gráfica plástica y fotográfica, para darle la oportunidad al venezolano de estar al tanto del acontecer cultural universal. El Cojo Ilustrado, desde su primer número en 1892, invitó a todos los venezolanos para que enviaran sus fotografías a la revista y fueran adornándola con las imágenes más heterogéneas de los aconteceres del país y que hoy día conforman una visión real de lo que fuimos durante esos 23 años donde no ponemos en duda obedecía a un simple y llano interés por darnos a conocer, fuera de aquellas ilustraciones que podían tener un disimulado sentido comercial y que afortunadamente, hoy día son documentos indiscutibles y originales. Atrevidamente, porque aún merece un trabajo muy analítico, la riqueza fotográfica regional de "El Cojo Ilustrado", que abarca todo lo que pudiera llamarse "el país nacional" y puede alcanzar a más de seis mil imágenes. Temáticamente la revista incluye los retratos de todos los personajes que aportaban algo al país, dominando los gobernantes, los políticos, los militares activos y no activos, los diplomáticos, los artistas plásticos, literarios, musicales, los visitantes notorios; los profesionales de la medicina, del derecho y de la ingeniería; la gente representativa de la sociedad y del comercio, así como las bellezas del país aupadas por una manifestación tan frívola como los carnavales y el hipódromo, característicos de la recreación que podía disfrutar el ciudadano. Un general fotógrafo Así como los editores de la revista invitaban constantemente a sus colaboradores fotográficos, la publicación no acostumbraba a dar los créditos a sus autores y aquí hay que dar un espacio a un personaje muy característico de la época: general, poeta, político, académico y aspirante a la presidencia de la república como fue Pedro Arismendi Brito. Arismendi Brito fue colaborador constante de El Cojo Ilustrado. Para la aparición de la revista ya era un personaje con trayectoria política y literaria y consta que en sus años maduros de alguna forma aficionada se dedicó a la fotografía como en varias ocasiones lo refiere la misma publicación hasta innovar en la fotografía a color. El general aficionado ha debido ser el autor de muchos de estos retratos, por su vinculación directa con los personajes militares y gubernamentales y con el proceso cultural del país, como poeta y académico, sin desdeñar a los activos fotógrafos tanto nacionales y extranjeros practicantes en el país. La temática Además de los retratos, El Cojo Ilustrado insertó todas las temáticas que podrían atribuírsele a la actividad fotográfica, dada su generosa apertura, de manera que el paisaje urbano y rural, las actividades gremiales, académicas, escolares y deportivas, caseras, sociales, las obras del gobierno: puentes, hospitales, carreteras, iglesias, reproducción de obras de arte, esculturas públicas, escenas callejeras, playas y ríos, medios de comunicación destacando el ferrocarril, visitas diplomáticas civiles y militares de todo el país, porque además de Caracas, se cubrieron las principales ciudades y puertos: Maracaibo, Ciudad Bolívar, Carúpano, Puerto Cabello, La Guaira, así como los pueblos que ya estaban ofreciendo oportunidades de inversión minera, el exotismo de la naturaleza y de nuestros aborígenes. Otro tema lo constituyó el quincenario al incluir las primeras noticias gráficas de hechos noticiosos como las inundaciones y los terremotos, la firma de convenios, la inauguración, la apertura de servicios públicos, la gira de gobernantes. Y otro detalle innovador para el hecho fotográfico es haber sido la publicación, el patrocinador de concursos artísticos donde se haría referencia por primera vez al concepto de "fotografía artística". LEYENDA FOTOGRAFICA: La primera portada de El Cojo Ilustrado de Caracas (1 de enero de 1892 ) II Ventana a la Imagen (XIV) Iniciamos en la Ventana anterior los antecedentes y temas, de uno de los reservorios fotográficos de la ciudad más ricos, en lo que atañe a darnos a conocer la iconografía citadina como los personajes más trascendentales de su historia, política, ciencia y arte. Es indudable que la aparición de una publicación como "El Cojo Ilustrado” en Venezuela obedecía a una intención universal de expansión editorial. Las imprentas a vapor ya odian reproducir imágenes en base a la técnica del fotograbado, la "ilustración" francesa necesitaba promoverse a otras latitudes y de allí que a partir de 1880 este tipo de publicaciones se editarán en las metrópolis de todo el mundo. A nivel autoral, no sólo serán las figuras reconocidas del arte documental fotográfico como Henrique Avril, quien colaboró durante los 23 años de la revista y por eso se ganó el título del primer reportero gráfico venezolano. Los Lessmann que cubrieron el progreso urbano de Guzmán Blanco; Juan José Benzo entre esquinas y tiendas; Domingo R. Lucca con su Club Daguerre, Servio Tulio Baralt, quién cubrió magistralmente las festividades del centenario del 18 de abril de 1911; Jesús María Chirinos, inicia y propone valores estéticos a sus imágenes; Arturo Guerra Toro. Próspero Rey, hijo, Luis Felipe Toro, el afamado "Torito"; el estudio del retratista Pedro Antonio Manrique quien inicia la "fotografía artística” y su hijo con todos sus alumnos: Navarro, Básalo, Ramírez, Serrano, Amitesarove, O Brien y Miguel Pietri, el litógrafo y fotógrafo marabino Arturo Lares quien ya venía destacándose en el primogénito El Zulia Ilustrado. HENRIQUE AVRIL, La Estrella Uno de los fotógrafos más serios y dedicado profesionalmente a su trabajo como reportero gráfico, retratista y paisajista. Avril, de origen francés nacido en Barinas recorrerá con su cámara desde Coro hasta Carúpano donde fundará Junto a Domingo R. Lucca y Diego Carbonell, el Club Daguerre en 1896. Otro de los aportes noticiosos y originales de Avril fue captar una serie de imágenes que son los únicos documentos que reflejaron los estragos y consecuencias de la revolución legalista, sobretodo, en el oriente del país, material que le bastó para ganarse el título del primer reportero-gráfico de Venezuela, según la labor de su "padrino“: Alí Brett Martínez respaldado por Humberto Cuenca. Avril registra fotográficamente todo el nororiente: Rio Chico, Rio Caribe, Barcelona, Cumana, Maturín, se hace dueño de sus ríos como el Manzanares, sigue a los ingenieros y mineros de las minas de Naricual, refleja el interés agrícola de los grandes hacendados no ajenos de haber sufrido las devastaciones revolucionarias, gremios, artistas, su propia mujer de una belleza muy peculiar que siempre lo acompaña, será tema de muchas de sus fotografías, los indígenas, los personajes populares, las iglesias y calles comerciales van encerrando parte de un país que hoy día sería difícil de reconocer. Los aficionados del interior como Diego Carbonell y Rafael Requena en Carúpano, Solórzano Gómez, José Fajardo Alcalá en Ciudad Bolívar, Francisco Avendaño, Manuel Ignacio Baralt, Ernesto Ballestrini, Aquilino Brando, Berti, Contreras Luque, los hermanos González en Barquisimeto, José Vicente Gil, José María Tovar, Julio C. Soto, Sotillo Picornell, Rafael Segundo Sordo, Arturo Vial. Seguidores de la construcción del ferrocarril, símbolo del progreso industrial, como Eduardo Schael, Ernesto Guinand y Eugenio Smith. Los españoles Arturo Esperón y Víctor Amato, norteamericanos como A. Courvet y Delhom... Y así muchos otros. No puede dejarse pasar la participación fotográfica del exterior, donde El Cojo Ilustrado podía haber tenido muy buenas relaciones para incluir imágenes turísticas pero de extraordinaria significación hoy día como puede ser más de un centenar de panorámicas de París, Estambul, El Cairo, Puerto Rico, Beirut, Panamá, Trinidad, Buenos Aires, Santiago de Chile, La Habana, así como cientos de escenas de la Primera Guerra Mundial a las cuales dedicó enteramente sus espacios de los años 1914 y 1915, cuando tendrá que cerrar sus puertas. Un curioso concurso El año 1912 ocupará el interés de los editores de la revista para dedicarla a convocar un concurso de fotografía dedicado a los niños. En muchas de las entregas irán apareciendo las imágenes de profesionales y aficionados de todo el país. Y será Pedro Ignacio Manrique quien se ganará el concurso con un retrato de un niño desnudo: Inocente Palacios, el recién fallecido ingeniero, urbanismo, crítico y coleccionista de arte, hermano de la gran poeta Antonia Palacios. Otra actividad desarrollada por El Cojo Ilustrado para incentivar la actividad fotográfica, muy dedicada al retrato, fue la convocatoria a nivel nacional de las "bellezas" del país que también se iban reproduciendo en las quincenales entregas. Hoy día estas son y significan un extenso y representativo muestrario de lo que era la belleza de la venezolana que hoy día es tan obvia y universal. Además de su aporte gráfico, científico, artístico y literario, "El Cojo Ilustrado representaba en Venezuela el único medio cotidiano, aunque fuera quincenal, de la sociedad venezolana. Recordemos que aún era un país aislado geográficamente, el tren había sido un intento de penetración pero castrado por las deficiencias administrativas y las malversaciones de financiamiento extranjero con la ineficaz participación regional. El Cojo Ilustrado era una fantasía representativa de una minoría intelectual y económica, respondía, como habíamos dicho, a un intento universal de publicación aupada por las facilidades que ofrecía la imprenta y los recursos gráficos del medio tono; en el caso venezolano, más que todo, era un eco de la supuesta herencia del guzmancismo continuada por el crespismo -la publicación nace precisamente con la revolución legalista- y por un pequeño grupo que aspiraba una sociedad que no tenía que ver con la realidad, al menos la política y económica de un país que no planteaba un proyecto serio sino circunscrito a una visión intimista e inmediata de su bélica capacidad política. Valga la oportunidad para destacar actualmente el aporte de un editor como Don José Rivas Rivas (Historia Gráfica de Venezuela) quien en los setenta tuvo el gran acierto de hacer una edición facsimilar de la colección completa de El Cojo Ilustrado que ha dado oportunidad para que nuestra generación disfrute del valioso significado de esta publicación. Así como también el interés de la fundación capitaneada por Patricia Phelps de Cisneros quienes tuvieron la oportunidad de adquirir una serie de fotografías originales de la revista, que hoy son piezas únicas y que afortunadamente gozan de los mejores criterios de conservación y cuidado. Si usted es curioso e inquieto caminante de los quioscos de libros y revistas viejas del centro de la ciudad, como de los elevados de la avenida Fuerzas Armadas y Andrés Bello, allí aún puede encontrar ejemplares sueltos de El Cojo, aunque sean facsimilares, cómprelos, guárdelos y disfrútelos...!!! LEYENDAS FOTOGRÁFICAS: Manrique Baralt J.M Chirinos Henrique Avril







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